Si bien el establecimiento formal de relaciones diplomáticas bilaterales entre la República de Chile y la República de Türkiye data desde el 30 de enero de 1926, fecha en que se suscribió el Tratado de Amistad y Cooperación entre ambos gobiernos, los contactos con el Imperio Otomano son anteriores, remontándose a la llegada de inmigrantes “turcos” a Chile, a mediados del siglo XIX.
Los primeros encuentros e intercambios epistolares oficiales se produjeron al inicio de la Guerra del Pacífico (1879), a través de los fructíferos contactos efectuados por el entonces Ministro Plenipotenciario de Chile en Francia y Gran Bretaña, Alberto Blest Gana, con los embajadores otomanos en París y Londres, y el posterior envío del Capitán Luis Alfredo Lynch a Estambul, para establecer vínculos directos con la Sublime Puerta y bloquear la posible venta de material de guerra a Perú.
Posteriormente, en lo que se convertiría en uno de los ejes centrales de la relación con América Latina del Imperio Otomano y, posteriormente de la República de Türkiye, los contactos se concentraron, en gran medida, y por instrucciones del Gran Visir, en la necesidad de establecer acuerdos consulares, los que permitían la apertura de oficinas consulares que pudieran atender a los súbditos del imperio que se habían radicado en América del Sur, cuya cifra había aumentado a fines del siglo XIX. En efecto, ya a comienzos del siglo XX su número llegaba a más de 150.000 personas, la mayoría de ellos, provenientes de Siria, Líbano y Palestina. En ese contexto, en marzo de 1913, los representantes de Chile y del Imperio Otomano en Madrid, suscribieron un Acuerdo Consular, el primer instrumento oficial entre ambos Estados.
Comienza así la evolución política de las relaciones bilaterales, las que están marcadas por circunstancias históricas internas y que se traducen en oleadas de acercamiento y distanciamiento de diversa intensidad, tanto producto de la Guerra Fría como de la evolución política de cada país. Esta es la principal característica de la relación, la que continúa también a través de los vínculos con la República de Türkiye respecto de otros países de América Latina, con una especial atención a Chile.
La I Guerra Mundial y sus consecuencias, entre las que se destaca el colapso final del Imperio Otomano (cuya decadencia se arrastraba por varios años), coincidió con una etapa de inestabilidad política y económica en Chile, el fin del auge del salitre y la búsqueda de nuevos mercados para este fertilizante natural, que en cierta forma ayudó a mantener activos algunos contactos. Sin embargo, la Guerra de Independencia que se libró en la península de Anatolia, bajo el liderazgo de Mustafá Kemal Ataturk, ocupó toda la atención del país, hasta la expulsión de las potencias europeas y las fuerzas militares griegas, sellada por la declaración de la República, a fines de octubre de 1923.
Poco después, el 30 de enero de 1926, Chile se convertiría en la primera república americana en establecer vínculos formales con la joven república turca. Esta es laprimera ola de contactos, lo que fue seguido por la designación de agentes consulares y diplomáticos y la posterior apertura de representaciones en ambos países.
Las crisis políticas y económicas a nivel internacional que llevaron al estallido de la II Guerra Mundial, así como la necesidad de concentrar los esfuerzos en el desarrollo interno de cada país, nuevamente distanciaron a Chile y Türkiye.
Al término de dicho conflicto, en junio de 1945, Chile y Türkiye participaron como fundadores de las Naciones Unidas, como demostración de lo que sería su marcada vocación multilateral. Cabe señalar que, de los 50 países que firmaron la Carta de las Naciones Unidas, 20 de ellos eran latinoamericanos, lo que trajo consigo una nueva ola de acercamientos desde Ankara hacia la región, lo que quedó de manifiesto en los análisis de la cancillería turca que en 1947 señalaban: “Los países de América Latina tienen mucha influencia en las decisiones importantes de las Naciones Unidas al actuar en bloque. Pensamos que establecer relaciones con cada uno de estos países será de provecho a la hora de obtener resultados a favor de nuestro país en las Naciones Unidas”.
En 1950, Türkiye solo contaba con representaciones diplomáticas en Chile, Argentina, Brasil y México, países con los que ya había establecido vínculos diplomáticos oficiales más de 20 años antes, además de Uruguay. Por lo que, junto con acordar el inicio de relaciones oficiales con diversos países de Latinoamérica, el gobierno turco asignó la responsabilidad de su representación a sus Embajadas en Chile (Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia) y México (Costa Rica, Cuba, El Salvador, Honduras, Panamá, República Dominicana y Nicaragua), lo que se mantuvo hasta la apertura de representaciones bilaterales en esos países, lo que ocurrió, en muchos casos, solo hace pocos años.
Posteriormente, la relación volvió a retraerse, esta vez por conflictos políticos internos, con golpes militares y crisis institucionales en Türkiye, el cambio de su visión internacional a una más regional, sumado a su incorporación a la OTAN (1952), su participación en la Guerra de Corea, así como por su interés por ser parte de Europa y de sus organizaciones, lo que sufrió un fuerte retroceso con su participación en el problema de Chipre, todo lo cual desvió el interés global de Ankara.
Este es el período de mayor distanciamiento entre Türkiye y América Latina, y de Chile en particular, que estuvo afectado por algunos problemas similares generados por la Guerra Fría y la injerencia de los Estados Unidos, agravados por el Golpe Militar de 1973 y la Dictadura que le siguió hasta marzo de 1990. Debido a este alejamiento las autoridades chilenas llegaron a evaluar la posibilidad de cerrar la Embajada en Ankara, la primera representación diplomática abierta en la nueva capital turca en 1941, idea que, afortunadamente, no prosperó. Como reacción a esta controversia, comenzó a gestarse una nueva etapa de acercamiento hacia Chile.
El crecimiento económico y el retorno a la democracia y la estabilidad política en Chile y Türkiye, a partir de la década de los noventas, dieron paso a una nueva etapa de relaciones, las que se vieron potenciadas por el retorno a la visión global de la política
exterior de Türkiye. En este contexto se produjo la visita del presidente Süleyman Demirel a Chile, Argentina y Brasil, en abril de 1995, la primera de un mandatario turco a la región latinoamericana, lo que fue seguido, en 1998, por la generación del primer documento de análisis y propuestas para la implementación de un “Plan de Acción para América Latina y el Caribe”.
Sobre dicha base, Türkiye comenzó a desarrollar sus esfuerzos para acercarse a la región, lo que, en el caso de Chile, se tradujo en la suscripción de diversos acuerdos bilaterales, entre los que se cuentan: el Acuerdo de Cooperación Comercial, Económica, Técnica y Científica; Acuerdo de Cooperación Cultural, Científica y Educativa; Acuerdo de Cooperación entre las Cámaras de Comercio de Estambul y Santiago; Memorando de Entendimiento sobre el Establecimiento de un Mecanismo de Consultas Políticas y Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones. Asimismo, en 1998, además de la visita del Ministro de Relaciones Exteriores de Türkiye, Ismail Cem, se realizó la I Reunión de la Comisión Mixta de Cooperación entre ambos países.
Esta mayor actividad de Türkiye se tradujo en una mayor proyección estratégica, la que llevó a las autoridades turcas a revisar el plan de acción de 1996, y a declarar el año 2006, como “Año de América Latina y el Caribe”, buscando intensificar los vínculos, principalmente económicos y comerciales. A raíz de esto, las autoridades en Ankara iniciaron una serie de negociaciones bilaterales para alcanzar acuerdos de libre comercio, siendo Chile el único con el que se logró, hasta la fecha, concretar la firma de un TLC comprensivo el 2009, el que entró en vigencia desde 2011.
Estas visitas oficiales de las autoridades turcas fueron recíprocas por los presidentes Ricardo Lagos en 2004, lo que aceleró la discusión del TLC y, posteriormente, por Sebastián Piñera el 2012, a fin de impulsar la implementación de dicho acuerdo. Esta nueva ola de acercamientos tuvo su punto culmine con la visita del presidente Erdogan a Chile, a comienzos de 2016, oportunidad en la que se suscribieron acuerdos bilaterales y Türkiye presentó su interés por incorporarse a CEPAL, lo que ocurrió formalmente el 2017.
Sin embargo, el intento de Golpe de Estado en contra del presidente Erdogan, generado por sectores ultra conservadores, ocurrido a mediados del 2016, frenó estos avances, disminuyó el interés y la focalización de Türkiye, a lo que pronto se sumaron otros problemas a nivel internacional que afectaron y enfriaron la relación bilateral. Cabe señalar que, el gobierno de Chile, liderados por la presidenta Michelle Bachelet, fue uno de los primeros en condenar dicho intento antidemocrático. Posteriormente, la pandemia del COVID y el mayor proteccionismo comercial incorporaron nuevos desafíos a la relación.
Asimismo, la compleja situación política regional en América Latina generó diferencias que no han permitido establecer una relación integral con Türkiye, al contrario, los contactos de las autoridades de los actuales regímenes en Cuba, Venezuela y Nicaragua con el gobierno turco han generado críticas e incomodidad en algunas capitales latinoamericanas. En ese sentido, Türkiye ha priorizado los vínculos bilaterales, bajo los
principios de no injerencia en asuntos internos; la no aplicación de sanciones unilaterales; y de reciprocidad, pasando por alto otros principios internacionales, por lo que no ha logrado insertarse en las prioridades de muchos países, y tampoco generar una vinculación con la región en su conjunto, esto último, en gran parte, debido a la falta de unidad regional.
Por su parte, en los últimos años, las máximas autoridades de la Cancillería turca no han visitado la región, salvo para encuentros multilaterales, dejando esta tarea en manos de la Dirección General para América Latina, creada a comienzos de 2024, lo que, si bien esta genera una mayor atención y evidencia un mayor interés de parte de sus autoridades, no ha logrado suplir su ausencia.
A partir del 2022, comenzó una nueva etapa de acercamientos entre Chile y Türkiye, con el fin de potenciar la relación bilateral y las acciones multilaterales de ambos países, en áreas en las que existen mayores coincidencias e intereses comunes, reflejando en el apoyo permanente al trabajo que desarrollan a nivel multilateral y a sus candidaturas a cargos internacionales.
El trabajo conjunto que Türkiye desarrolla en materias antárticas con Chile fue coronado por la firma de un Memorándum de Cooperación bilateral en 2023; se retomaron las actividades y mecanismos de diálogo político y económico, como han sido las Consultas Políticas; el Comité Conjunto establecido por el Acuerdo de Libre Comercio; se suscribió un acuerdo de colaboración entre la SUBREI del Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Comercio de Türkiye; se llevó a efecto la II reunión del Comité Conjunto de Cooperación Económica, a nivel de ministros; y se efectuó la II Reunión de Cooperación en Materias de Industria de Defensa. Asimismo, se encuentran en avanzado estado de negociación, acuerdos de Cooperación en Materia de Deportes, Turismo, Asuntos de la Familia, Agricultura, entre otros. Adicionalmente, el 2025 se sumaron las visitas a Türkiye del Ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren en abril; del Ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela; y de la Subsecretaria de Turismo, Verónica Pardo.
Como contrapartida, en el caso de Chile, en los últimos años han aumentado significativamente las inversiones y la presencia de empresas turcas en áreas de servicios, material de defensa y tecnología y agricultura, siendo lo más destacado, por el impacto en la conectividad y en el desarrollo de la relación bilateral, del comercio, turismo y negocios, la llegada de Turkish Airlines a Santiago, a partir de diciembre de 2024. Si bien es cierto que las exportaciones de cobre han disminuido, debido a la mayor participación de otros productores regionales, los envíos de productos agrícolas han aumentado de manera importante, lo mismo que el número de visitantes provenientes de Chile, sobrepasando niveles pre pandemia.
Por otra parte, en el esquema geopolítico actual, debido a la disputa que ha generado los Estados Unidos respecto de la presencia de China en la región, resulta de la mayor importancia para Chile contar con una mayor presencia de Türkiye, a fin de apoyar una mayor autonomía estratégica en el contexto de dicho escenario.
Adicionalmente, el rol mediador y diplomático que ha ejercido el gobierno turco, no solo en el caso de Ucrania y Rusia, sino que también en diversos conflictos en medio oriente y África, lo convierte en un actor relevante y un socio importante en materias como la reforma de las Naciones Unidas -especialmente del Consejo de Seguridad-, cambio climático y protección medioambiental, defensa del libre comercio y mantenimiento del diálogo y de las actividades de apoyo humanitario.
Como se ha indicado, la migración iniciada durante las postrimerías del Imperio Otomano a Chile, ha marcado la relación con Türkiye y los países de medio oriente, especialmente en el caso de Palestina. Si bien la distancia ha sido un factor que ha dificultado la relación, esta se ha desarrollado en diversas etapas de acercamiento y alejamiento, encontrándose, en la actualidad, en uno de sus mejores y positivos escenarios, para lo que se requeriría de un mayor compromiso político.
Otro de los factores constantes de la relación ha sido la diversificación de mercados y el perfeccionamiento y ampliación del comercio bilateral. En este contexto, la estabilidad política y su desarrollo económico, alto nivel de servicios, conectividad y su amplia red de acuerdos comerciales de libre comercio, otorgan a Chile una condición única a nivel regional y un atractivo a la llegada de inversiones desde Türkiye.
Con su cada vez más relevante accionar diplomático a nivel internacional y la consolidación de su influencia regional, Türkiye debería transformarse en un socio extra regional para Chile, con el cual formar alianzas para alcanzar objetivos comunes, especialmente en materia de consolidación del libre comercio y multilateralismo. Asimismo, su creciente industria de defensa se ha convertido en un polo de atracción a nivel internacional, con la que se pueden desarrollar proyectos comunes en diversas áreas, especialmente en el desarrollo de tecnologías y material para la protección fronteriza, control migratorio y combate al crimen internacional. A lo anterior debería sumarse, en el corto plazo, la apertura de una sede del Instituto Cultural Yunus Emre, en Santiago, lo que permitiría acercar, aun mas, a ambos pueblos y culturas.
Chile y Türkiye, al cumplir 100 años de relaciones diplomáticas deben redoblar sus esfuerzos para avanzar en áreas de mutuo beneficio, la modernización y profundización del Acuerdo de Libre Comercio; avanzar en la discusión del Acuerdo de Doble Tributación, a fin de aumentar la presencia de empresas turcas en Chile; la promoción de la oferta turística y el desarrollo de negocios conjuntos en áreas de interés común, todo lo que forma parte de las acciones que deberían concretarse en el corto plazo.
* Rodrigo E. Arcos Castro.
Diplomático; Profesor de Historia y Geografía; Magíster en Estudios Internacionales.
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